NUEVA SECCION
Con el artículo que nos remite nuestro socio D. Antonio Martin Rodríguez , iniciamos una nueva página bajo el título de
“Comunicados de nuestros socios”
Que esperamos tenga una continuidad plural, en respuesta a la reiterada colaboración que desde nuestra constitución como Foro hemos solicitado a nuestros asociados. En ella se incluirán las que tengan a bien remitirnos y como es habitual en este tipo de colaboraciones
“La Junta Directiva no asume, por principios, las opiniones particulares contenidas en las comunicaciones remitidas y recogidas en esta sección”
La Nueva Normalidad
Me asalta una duda, pues no estoy muy convencido de que este sea el título adecuado. Quizás debiera llamarse “la nueva anormalidad”, o “nueva realidad”, “otra normalidad”, “cierta normalidad”, “otra realidad”, quizás este último, que expresaría mejor la situación devenida. Este “nuevo idioma”, al paso que vamos, logrará “hacer salir” de la tumba -en el doble sentido que más adelante explicaré- a Baltasar Gracián, a todo el “siglo de oro” y especialmente a D. Migue de Cervantes.
Los titulares de la RAE, durante algún tiempo, se pondrán de perfil. Ha sido tal el cúmulo de nuevas expresiones, incluyendo algunas poco habituales, como confinamiento, sars, covid, pcr, coronavirus, covid-19, tele-trabajo, tele-estudio, asintomático, letalidad, pandemia…; sin olvidarnos de las creadas por el imaginario popular a través de las redes sociales, como coronabebés, covidiota, covidivorcio, telecole……, que inevitablemente se impondrán unas clases particulares para familiarizarse con ese vocabulario.
En la situación actual con este “nuevo idioma” que corre paralelo con esa “otra realidad”, coinciden muchos intereses políticos de distinto signo necesitados de utilizar un idioma -pervirtiendo el lenguaje bajo el amparo de “sus dictaduras en vigor” y “asimiladas” (léase estado de alarma)-, para conducirnos a una especie de suicidio cultural, amén del intento descara-do de “colocarnos un cínico mensaje subliminal positivo”. Con un breve repaso a cierta literatura del siglo XX podemos descubrir que muchos de los letales acontecimientos ocurridos en ese siglo es probable que estuvieran inspirados o sugeridos por las obras de algunos ideólogos de una realidad distópica que derivó en fatales episodios y que ahora parecen renacer.
La primera de esas obras podría ser “Un Mundo Feliz”, de Aldous Huxley (1932), con su relato de ese ESTADO MUNDIAL, futurista, utópico, enfrentado a la RESERVA SALVAJE (de los retrógrados), siendo los personajes fundamentales de la obra, Bernard Marx y Lenina, “en recuerdo” como es fácil adivinar, de Karl Marx y de Lenin. ¿Habría leído Hitler esta obra cuando inició sus aventuras y todas las locuras que protagonizó en la década de los ´30? Poco más de 20 años tardaría Ray Bradbury en “lanzar” su “Fahrenheit 451” – (el equivalente de 232 º centígrados es la temperatura a la que se incendia y arde el papel)-, para presentarnos aquél “bombero quemador de libros”, dado que el interés por estos se consideraba una conducta antisocial y obviamente se penalizaba esa tentación lectora que sólo perseguía, en definitiva, conseguir la libertad, “mal vista” cuando no prohibida.
Afortunadamente “el bombero” acabó arrepentido y se pasó al bando de los lectores. Entre ambos libros se intercala, cómo no, George Orwell que reiteraba de alguna manera su relato con la obra “1984”, también futurista y distópica: el gran hermano y el ministerio de la verdad. Cien años antes se hizo famoso Karl C. F. Krause que impulsó en su obra el “Ideal de la Humanidad”, con su teoría de la república universal de los 5 continentes e inspiró la globalización perseguida por el Club Bilderberg y el Nuevo Orden Mundial, de Henry Kissinger. Con todo ello tenemos ya los ingredientes necesarios y suficientes para conducir la Humanidad a un estado de catalepsia, mansedumbre e infantilismo.
Su objetivo fundamental: el “gobierno del mundo”, que tiene además como avanzadilla a un siniestro personaje como –George Soros- capaz de financiar con 500.000 millones de $: “el consumo de drogas”, “la lucha racial”, “los movimientos pro-abortistas”, “las reivindicaciones separatis-tas” (Cataluña incluida), “las vacunas esterilizantes en las mujeres de Kenia” (con la complicidad de la OMS)…. Nunca le ha interesado la educación u otra serie de actividades nobles o altruistas; sólo sembrar el pánico para que sus “Fondos buitres” tengan vía libre y puedan seguir “amasando” su ya incalculable fortuna. Así las cosas, han ido surgiendo acólitos y seguidores de esa iluminada Filosofía con nítidas connotaciones masónicas, que se han ido extendiendo por todos los rincones del Mundo: Rusia, China, España, Hispanoamérica, Italia, Corea, etc. Una consecuencia en nuestro caso, ha sido que el objetivo fundamental de nuestra recuperación haya quedado un tanto aparcado. “Están ocupados” en otros relatos y les importa más cómo controlar la libertad de expresión y cómo “invadir” la separación de poderes: “todo en el Estado, nada fuera del Estado y nada contra el Estado” (Mussolini dixit en 1927). En este ambiente faltará poco para que el interés por los libros sea considerado una “conducta asocial” y la información estará cada vez más censurada.
Como diría una escritora egipcia: “Nada es más peligroso que la verdad en un mundo que miente”. Nuestros clásicos permanece-rán olvidados en el sueño de los justos: ¿dónde quedará el honor y la dignidad de D. Pedro Crespo (alcalde de Zalamea), referido por Calderón?; ¿se acordará alguien de Fuenteovejuna respecto de la opresión del pueblo y su contestación, como nos contaba Lope? Quizás una nueva lectura del Quijote nos permitiera albergar la esperanza de encontrar un “caballero andante” capaz de derribar “esos molinos de viento”, que sólo fomentan cada día nuevas miserias y peores augurios. No debemos caer en el pesimismo de aquella época, -el barroco- porque siempre habrá un atisbo de esperanza (la de la Caja de Pandora), y aspirar a que se cumpla lo que relataba Baltasar Gracián: “floreció en el siglo de oro la llaneza, en este yermo de maldición”.
Antonio Martín Rodríguez Sevilla 2020