¡Qué tropa, Joder, que tropa ¡
D. Álvaro de
Figueroa, primer Conde de Romanones, fue un político liberal a caballo de
finales del XIX y primer tercio del XX,
que con Alfonso XIII fue casi todo, ministro muchas veces, Presidente del
Senado y del Consejo de Ministros. En un
momento determinado se le propuso como aspirante a ocupar un sillón en la Real
Academia de la Lengua y, complacido por la propuesta, tanteo con cuantos votos
favorables podía contar, llegando a la
conclusión, a tenor de sus conversaciones con los académicos, de que su
designación saldría adelante.
Para su sorpresa, la votación no le fue favorable y quienes
le habían prometido su voto no se lo
dieron. Su reacción al recibir la
noticia queda plasmada en la famosa frase que encabeza esta reflexión.
Algo parecido le paso no hace muchas semanas a nuestra
ministra Calviño, no todos los que le prometieron su voto para presidir el
Eurogrupo se lo dieron.
A margen de estas anécdotas, si miramos a nuestra clase
actual clase política, la frase del Conde de Romanones, cobra plena actualidad.
Da igual que nos fijemos en la derecha o la izquierda, en los rojos, azules,
morados, verdes, naranjas o en el resto de los grupúsculos que
conforman nuestro parlamento. Absolutamente
todos se dedican a remar, no en la dirección que necesita España, sino en la
dirección de la España que cada uno quiere configurar.
La nación de naciones, concepto acuñado por Zapatero, se ha transformado en
un estado cuasi federal, según Sánchez.
Para Iglesias, vamos directos a una república de corte bolivariano que
no desdeña que determinadas comunidades formasen sus propias repúblicas. Abascal persigue volver a una España
superada, sin advertir que dar marcha atrás, a estas alturas es un esfuerzo que
no conduce a ningún lado. Arrimadas, lucha por recuperar el crédito perdido, si
bien junto a Sánchez, siempre han defendido la unidad de España sin renunciar,
ni destruir, el estatus actual, pero sin
articular proyectos que realmente ayuden a consolidar su visión de la España
del futuro. Por supuesto los
separatistas no comulgan con esta idea
de unidad y buscan la creación de nuevos reinos de taifas.
Ante esta situación, los españoles seguimos mirando al dedo,
no a la luna. Dicho de otro modo, no reaccionamos ni siquiera cuando
diariamente la prensa nos descubre la
podredumbre que envuelve a la política y a los partidos. Ninguno se salva.
El gran problema es que la situación actual tiene su origen
en unas elecciones, en las que los españoles dimos nuestros votos, esta vez sí,
pensando que el uso que los partidos harían
de ellos iría encaminado a lograr el bienestar de España y de los españoles.
Nada mas lejos de la realidad. España es
un país casi en bancarrota, sin una clara política sanitaria frente a la
pandemia que nos rodea, sin prestigio internacional, con un horizonte laboral
muy negativo, una creación de riqueza en
caída, una deuda pública “in crescendo”, etc., etc.
De ahí que hoy sea totalmente de actualidad volver a
exclamar, como Romanones, ¡Qué tropa, Joder, que tropa¡
Pero quejarse no es la solución. La Sociedad Civil tiene que
reaccionar frente a las actitudes de nuestro políticos mediante un fuerte
incremento de su presencia en la vida pública, aportando propuestas constructivas, reiterándolas tantas veces como sea preciso hasta que nos
escuchen. Hay que actuar mediante una actividad política no convencional, a base de artículos, conferencias, mesas
redondas, presentación a los partidos de
ideas y propuestas, razonadas y adecuadamente estructuradas para su posible e inmediata aplicación, unido
a otras muchas posibilidades que como sociedad, podemos y debemos analizar,
convirtiéndolas en propuestas viables y
sensatas que se encausarían a quienes
corresponda. Todo ello de acuerdo con lo que establece el artículo 23, punto 1,
de nuestra Constitución.
Somos parte fundamental de España, no una simple suma de votos.
D. Florentino del Valle Rodríguez Márquez
Junta Directiva Asociación Foro Sociedad Civil Sevillana